En 1992, se aprobó un medicamento en EEUU
cuyo principio activo, la finasterida, inhibía la enzima 5 alfa reductasa y
estaba indicado para tratar una enfermedad común en hombres maduros, la
hiperplasia benigna de próstata, que, sin control podía llegar a provocar
problemas urinarios. Como ocurre con cada nuevo lanzamiento, el laboratorio
fabricante esperaba con preocupación la aparición de cualquier efecto
secundario que hubiera podido pasar inadvertido en los ensayos clínicos precios
a la comercialización. Pero los hombres que tomaban este medicamento no sólo no
se quejaban cuando volvieron a visitar a su médico, sino que se mostraban la
mar de felices. Gracias a él, algo muy querido en sus vidas había vuelto a sus
vidas cuando menos lo esperaban: el cabello.
Ahora bien, el milagro tenía truco: “Es un
fármaco muy efectivo, sí, pero su respuesta terapéutica es conseguir frenar y
estabilizar la caída del cabello y , en algunas zonas aumentar su densidad o
dar volumen. Es decir, puede parecer que ha aparecido más cabello, pero no
es así. Eso no lo consigue ningún tratamiento disponible en le mercado actual.
No existe un crecepelo”, afirma con contundencia el doctor Sergio Vañó,
dermatólogo del madrileño Hospital Ramón y Cajal y en la clínica Grupo de Dermatología
Pedro Jaén de Madrid. El experto explica, además, que la finasterida sólo es
útil para personas que aún no han perdido demasiado cabello. Y es que en
las pequeñas dosis incluidas en él fármaco, no hace crecer el cabello, sino
retrasar su caída.
Fuente: Magazine El Mundo